lunes, septiembre 29, 2025

Luis Eduardo Aute

 

Mikel Erentxun

 Mikel nos cuenta por Facebook.

Han sido días de mucha emoción en el Festival de Cine de San Sebastián con la presentación de la película documental #HombreBala en la sección #Zinemira
UN SUEÑO CUMPLIDO






Julia Zenko

 


Whisky Caravan

 

Luis García Montero

Los relojes

Tomarse en serio el tiempo, no tratarlo como una mercancía de usar y tirar, hace que los días tengan memoria histórica

El balcón de mi casa da a la calle Barceló. Dejo de leer por un momento, subo la persiana en busca de la luz del día, miro hacia la calle para ver el tiempo que hace y, claro está, por atreverme a ver el tiempo descubro mi reloj en la acera. Hace un minuto lo tenía sobre la mesa de noche, y ahora está en la calle, redondo en su quietud, con las agujas detenidas por la policía. Debe ser una mañana de 1975, un día de hace 50 años. Los recuerdos se caen al suelo cuando nos dan un empujón o cuando la hebilla se rompe mientras alguien grita no se mueva, que nadie se mueva, y nos coloca las esposas en las muñecas. Vemos el reloj detenido con la cara pegada al suelo, o desde un balcón de la calle Barceló, o desde las páginas de un libro. Los ojos cuentan las horas, las semanas, los meses que faltan para una ejecución. Antes de que el dictador muera, los tribunales devotos querrán enviarle de regalo otras cinco sentencias a muerte. No harán falta pruebas, ni deliberaciones, ni posibilidades de defensa. Las agujas del reloj están quietas, pero señalan hacia un túnel que conduce a los tiros de gracia.

Tomarse en serio el tiempo, no tratarlo como una mercancía de usar y tirar, hace que los días tengan memoria y que los ojos descubran, debajo de nuestros pies, el reloj que fue sentenciado hace 50 años por unos jueces que querían detener el tiempo. Las agujas de Daniel dejaron de dar vueltas, pero los días y las noches no se detuvieron, pese a que los números se habían llenado de cadáveres desde 1936 y costaba trabajo caminar hacia el futuro. La ley bañada en sangre es una infamia mucho más grave que la mentira. Lo sabe la literatura, la buena literatura de Aroa Moreno que vuelve a situarnos en la historia con su novela Mañana matarán a Daniel (Random House). Aroa consigue habitar los relojes del presente para hablarnos de las últimas ejecuciones del franquismo. Nota aquí.





Tontxu


 

Rozalén

 

Enrique Bunbury

 Enrique Bunbury en Ferro: un león de escenario

A dos años de su última visita, el artista zaragozano presentó las canciones de "Cuentas pendientes", revisitó pasajes de su carrera solista y regaló dos canciones de Héroes del Silencio.

Cuando se acercaba a la mitad de su show, en una de las pocas peroratas que encaró, Enrique Bunbury, al percatarse del trato que le estaba dando la seguridad del evento al público, ironizó con que detrás de sus camperas llevaran inscrita la palabra “prevención”. Y además añadió: “Recordemos que esto es un concierto, que aquí nadie es un delincuente y que no estamos hablando de políticos ni de empresarios. Somos gente aficionada a la música. No se preocupen, relájense”. En la noche del sábado, en el estadio del club Ferro Carril Oeste, el músico español no sólo se reencontró con el público argentino, a dos años de su último paso por la ciudad, sino que también decidió finiquitar en Buenos Aires el Huracán Ambulante Tour, que arrancó en junio pasado en Querétaro (México).

Además, fue el primer recital que el ex Héroes del Silencio llevó a cabo en un estadio local, por lo que temía, según le confesó en una entrevista a este diario, que el frío le jugara una mala pasada, a razón de lo traicionero e inestable que suele ser septiembre en su corolario. Vale la pena recordar que en 2021 el artista se retiró temporalmente de los escenarios luego de que sus cuerdas vocales se vieran afectadas sin razón aparente. Hasta que se descubrió que tanto la tos como la irritación de garganta que padecía eran a causa del líquido que emanan las máquinas de humo que se usan en los espectáculos musicales. Sin embargo, seguramente nunca supuso, ni en sus temores más remotos, que su suerte iba a estar en manos de la garúa arrabalera, lo que hizo todavía más épico este desenlace.

Bunbury retornó al trote de las giras con su último álbum, Cuentas pendientes, publicado en abril y que lo conectó nuevamente con la música popular latinoamericana. Esta vez en plan de compositor. Antes flirteó con ella hurgando en su caudaloso cancionero, de lo que dan testimonio los discos Licenciado Cantinas (2011) o Hijos del pueblo (2015), junto a Andrés Calamaro. Aunque los primeros antecedentes de esta aproximación se remontan a sus discos Pequeño (1999), Flamingos (2002) y El viaje a ninguna parte (2004), para los que armó El Huracán Ambulante. Más que un grupo, era lo más parecido a un cabaret itinerante (la puesta en escena, con esos telones bordó, respaldó la idea), con una destreza sin igual para abarcar la música de raíz, por lo que lo resucitó para esta ocasión, tras 20 años de su disolución. Nota aquí.



El Manin


 

Pablo Sarco Cano

 

Los Auténticos Decadentes

 Los Auténticos Decadentes, 30 años de vida loca

El aniversario de un disco lleno de hits fue la excusa perfecta para desatar un cumbiazo sin fin, inevitable consecuencia de la banda argentina plenipotenciara de la joda.

Ahora que los recitales dejaron de ser lo que eran para convertirse en “experiencias”, la apología a las hipérboles pasó a ser una constante. En ese sentido, nadie pondría en duda que cada vez que Los Auténticos Decadentes se suben a un escenario le hacen justicia a cualquiera de los adjetivos que giran en torno al imaginario festivo. Sin embargo, el Movistar Arena tomó forma de bailanta, una bien masiva, como pocas veces sucede en el predio de Villa Crespo. Y es que desde que la banda apareció, hasta que se despidió dos horas más tarde, ninguno dejó de bailar. Pasó que Mi vida loca, su disco emblemático, hace unos meses cumplió 30 años, por lo que Cucho Parisi & Cía decidieron tirar la casa por la ventana con una celebración que no se privó de nada. Bueno, sí: de soplar las velitas.

En la primera de las dos funciones (la otra estaba pautada para el sábado), el grupo se dedicó a repasar ese repertorio casi en su totalidad, y a medida que avanzaba lo fue alternando con otras canciones que nacieron a partir de esa impronta. Fue una metralleta de hits, uno tras otro sin parar. Si bien no respetaron el orden del tracklist, lo que suelen hacer artistas como Fito Páez, estos plenipotenciarios de la joda arrancaron con el himno que abre el álbum, “La guitarra”. Mirándolo bien en retrospectiva, y porque conceptualmente están en sintonía, ese ska con forma de tarantela es para la música popular contemporánea argentina lo que “Our House”, el clásico de Madness, es para la escena inglesa. Si hasta su video tiene puntos en común, con el delirio como leitmotiv.

Sigue siendo increíble que un mismo disco pueda contener tantos éxitos juntos, y más si se toma en cuenta el bajón que les significó su anterior álbum, Fiesta monstruo (1993), con el que musicalmente se sintieron desvalorizados. Para escoltar al primer corte promocional de ese trabajo, desempolvaron el rocksteady “Me morí de risa”, y, como ya es habitual en sus performances, empezaron a pasarse el micrófono entre ellos al momento de cantar. Entonces Jorge Serrano se transformó en la voz líder en la cumbia “Corazón”, custodiada por la cuartetera “Diosa”, hitazos paridos durante un retiro compositivo en Villa Gesell. En el primer hiato del repaso de Mi vida loca, Diego Demarco recogió el tutor para desenvainar la punzante balada “Amor”, con esas guitarras sufridas con dejo a Rata Blanca.

De la melancolía se mudaron al desenfreno, sin escalas, arreados por Cucho, nuevamente en el rol de frontman, en el ska “Pendeviejo”. Al terminar, el cantante y compositor avisó que iban a relajarse porque tenían por delante una lista larga de temas. La advertencia parecía una broma, porque luego desenfundaron “Los piratas”, encuentro entre la murga y la música disco que coronó los “Deca” en alquimistas de lo imposible. Y es que no hay otra banda en el mundo que se atreva a llevar adelante semejantes menjunjes. A continuación, Diego Demarco volvió a pedir cancha en “Besándote” y en la insoslayable cumbia “El gran señor”. Él mismo se encargó de retomar la conmemoración de Mi vida loca de la mano de la bossa nova “Turdera”, que, según cuenta la historia, por poco no llega a ser parte de ese material. Nota aquí.



Luis Eduardo Aute


 

Marlena

 

Ramón Serrano

 EL SUR

(El éxodo en Gaza)
La acacia se mueve voluptuosa en el vientre de la tarde
la luz va y viene
los vientos muestran su lado más oscuro
es la hora más digestiva
a medio cenit de la pelota vasca
el frontón es una sombra opaca
largo el camino a la penumbra
cuesta arriba
cuesta abajo
a lo lejos se oyen los gritos de las madres desesperadas
arrebatar los hijos
es la moneda de las sombras de la pérfida Dama
por mucho que el Poeta intente
olvidar la sangre desenterrada
llegan por los cauces de la noche
los estruendos que arrebatan la infancia
no hay acacias ni jardines
que borren el acero que mata
el éxodo es una batalla perdida
de colchonetas ensangrentadas
escuálidos los rostros de mirada extravagante
camino de un Sur que no existe
montados en el carro de los trastos idos
que fueron un día su casa
a la derecha el mar inalcanzable
al otro lado la ignominia
en nombre de un dios de papel de estraza
el Sur no existe en parte alguna
sólo fue un falso recuerdo de infancia.



Kevin Johansen & Liniers


 

El Plan de la Mariposa

 

Isabel Allende

 Isabel Allende, en Buenos Aires y a sala llena: “Me inspiran las mujeres fuertes que viven sin gloria”

La famosa escritora chilena habló ante un Teatro Cervantes repleto de su nuevo libro “Mi nombre es Emilia del Valle”, de los fantasmas familiares que dieron origen a “La casa de los espíritus” y de la escritura que la salvó tras la muerte de su hija Paula.

Las entradas se agotaron en apenas cinco minutos y unas 700 personas colmaron la sala del Teatro Nacional Cervantes para escuchar a Isabel Allende, la autora en español más leída del mundo, que pasó por Buenos Aires como parte de la gira de presentación de su nueva novela Mi nombre es Emilia del Valle. La acompañó Jorge Fernández Díaz, escritor, periodista y columnista de LA NACION, quien leyó preguntas de lectores y condujo la charla con el pulso de quien conoce de cerca el universo literario. Juntos repasaron momentos clave de una trayectoria que combina memoria, historia y ficción, y que sigue conquistando lectores en todo el mundo.

“Me inspiré en la guerra civil chilena de 1891 -contó Allende- porque hay muchos paralelos con el golpe de 1973. Ese golpe cambió mi vida, así que vuelvo en la memoria a ese momento del exilio, de cómo cambió Chile y el destino de mi familia”. La autora explicó que en la novela hay mucho de su propia biografía: “La protagonista quiere escribir y no conoce a su padre biológico. Yo vi a mi padre solo una vez, cuando ya había muerto. Me llamaron para identificar su cuerpo en la morgue y no pude hacerlo porque no lo había visto nunca”. También recordó la figura de su padrastro, “el tío Ramón”, que la impulsó a confiar en sí misma y que según dijo le dio “la autoestima que necesitaba cuando mides 1,50″

Su formación como periodista, explicó, fue decisiva: “Aprendí a investigar, a buscar varias fuentes, a atrapar al lector desde la primera frase. Todo eso me sirve en la literatura”. Esa mirada nutre también a Mi nombre es Emilia del Valle, una historia que rinde homenaje a las “cantineras”, las mujeres que seguían a los regimientos en el siglo XIX para cocinar, lavar, asistir a los heridos y morir con ellos si era necesario. “Esas mujeres no figuran en los documentos militares ni en los libros de historia -remarcó-. Me interesaba rescatarlas”.

Allende también volvió sobre el origen de La casa de los espíritus, el libro que la lanzó al mundo y que nació, casi sin proponérselo, como una carta a su abuelo desde su exilio en Venezuela. “Era un ejercicio de nostalgia, de recuperar todo lo que había perdido: el país, la familia, mi casa. Cuando terminé, tenía 560 páginas sobre la mesa de la cocina”, recordó. La novela, dijo, se nutrió del universo familiar en el que creció, “una familia de lunáticos”, y de una abuela “mágica”, aficionada al espiritismo. “No creo en fantasmas -aclaró-. Creo en un ejercicio de memoria y de amor que mantiene vivos a quienes amamos”.

Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó cuando habló de Paula, el libro que escribió tras la muerte de su hija en 1992. “Mi madre me dijo: ‘Si no escribes, te vas a morir’. Me entregó las 160 cartas que le había escrito durante ese año terrible. Escribir me ayudó a perdonar, a vencer la rabia. Superar todo eso fue muy difícil, pero la escritura me salvó”. Esa experiencia la unió para siempre a miles de lectores: “No pasa una semana sin que reciba mensajes de personas que han perdido a alguien y encuentran consuelo en ese libro”.

Ese hábito de escribir cartas atravesó toda su vida. “Con mi mamá intercambiamos más de 24.000 cartas. Cuando estaba viva, cada día ponía atención pensando qué le iba a contar. Murió en 2018 y ahora pasan los días y siento que nada queda”, confesó. Ese epistolario es hoy la base de unas memorias en las que ya trabaja y que tienen un primer borrador, donde también recupera el duelo por el fin de su matrimonio de 28 años con su exesposo Willie y el descubrimiento del amor en la vejez.

Desde ese pasado íntimo saltó al presente. Ante la consulta sobre la situación del país donde vive actualmente, Allende aseguró que “Estados Unidos en este momento es un desastre. Está completamente dividido; las dos partes no se hablan. Hay un clima de violencia y de miedo. La Corte Suprema ha autorizado que se pueda detener a una persona por cómo se ve: basta que parezcas mexicano para que te pidan los documentos y, si no los tienes, te deportan. Hay además un ataque a la educación, a la ciencia, al conocimiento”. Para ella, “el sueño americano se terminó”: “Comprar una casa es casi imposible, la educación endeuda de por vida, no hay trabajos estables. Mientras un pequeño grupo de millonarios acumula fortunas inimaginables sin pagar impuestos, la clase media se empobrece y acumula una rabia tremenda. Trump supo capitalizar esa rabia desviándola hacia los inmigrantes, los negros, los pobres, los trans”. Nota aquí.








Entre Amigos


 

Julio Rey


 

domingo, septiembre 28, 2025

Miguel Ríos, Javier Bardem & Lúa Ríos

 

Félix Maraña

 Españistán

Mira que tiene cojones
que mientras el pueblo aguanta,
resiste y no se levanta,
cuidados entre algodones,
van de fiesta los Borbones,
viviendo a cuerpo de reyes,
por encima de las leyes,
de la vida y la memoria,
ciscándose en nuestra historia,
tratándonos como a bueyes.
Presumen de lo que son,
rentistas en la Suiza,
una obsesión enfermiza,
que no tiene parangón.
Lo dice el barco, Bribón,
antes, el barco Fortuna.
Y girando hacia la luna
los poderes del Estado
miran para el otro lado,
sin vigilancia ninguna.
Él y su tripulación
saludan de puño en alto,
preparando nuevo asalto,
en la próxima ocasión.
Se proclama campeón
de regatas a medida
y una población vencida
aplaude inconscientemente,
muy sumisa, reverente:
monarquía consentida.



Felipe Benítez Reyes

 


Iván Ferreiro

 

Rodolfo Serrano

 Juan de Mairena se entera de la muerte de Antonio Machado

El dolor es azul como sus días.
Lo mismo que la infancia y ese cielo
que arrastró usted, callado, hasta su muerte.
Don Antonio, maestro en tantas cosas,
lloro a solas, y lloro sin consuelo.
La muerte fue en Colliure, en tierra extraña,
en esa tierra amiga que hoy le cubre
que acogió su cansancio y sus dolores.
Madame Quintana llora por su ausencia
con lágrimas que España le ha negado.
El pueblo que amó tanto en alma y cuerpo
vino a llevarle en hombros milicianos.
Todo lo perdió usted, mas siempre tuvo
el más alto valor: el de ser hombre.
Los señoritos no saben de estas cosas.
Es mejor que no vea, don Antonio,
la sombra que caerá sobre su España.
Aquí no habrá vencidos, habrá muertos
llenando las cunetas y los campos.
Esta victoria va a ser a sangre y fuego.
Silenciarán su nombre y su palabra.
Será usted un poeta sin leyenda.
Pero habrán de brotar, como la jara
en Campos de Castilla, sus poemas
que inundarán las almas de los hombres
cual lluvia torrencial y compasiva.
En paz descanse don Antonio el bueno
en el mejor sentido que tiene la palabra.
Iré a buscarle esta noche hasta el Varela,
para oírle decir: “Decía Mairena...”
(Madrid seguirá siendo un rompeolas)
Foto de Raul Cancio.



Silvio Rodríguez


 

Depedro & Gorka Urbizu

 

Caffé Tabac

 Cafetines de Buenos Aires: la esquina en la que Eloy Martínez supo el destino del cuerpo de Evita, y una trama regada de coroneles

Ubicado en Avenida del Libertador y Coronel Díaz, el Caffé Tabac abrió sus puertas en 1968. Vecinos ilustres, empresarios exitosos, personalidades de la farándula y deportistas se sentaron en sus mesas, así como un amplio abanico de políticos, algunos de oscuro paso por la función pública, como los que protagonizan esta historia.

Hoy, en “Domingo de Superacción”, les traigo una de coroneles. Paso a contarles la historia del Caffé Tabac, la elegante cafetería de Avenida del Libertador 2300 esquina —y cómo no— Coronel Díaz.

El Tabac abrió sus puertas en 1968. Sus primitivos dueños le pusieron ese nombre porque, anteriormente, en el lugar se vendía tabaco. Y el italianismo caffé correspondía al país de origen de su principal socio accionario, un reconocido empresario gastronómico que controlaba otras importantes esquinas en la ciudad como, por ejemplo, la Confitería El Águila o el Imperio de la Pizza. El Caffé Tabac no tardó en consolidarse como lugar de encuentro. Vecinos ilustres, empresarios exitosos, personalidades de la farándula y deportistas consagrados lo frecuentaban. Sin embargo, tuvo un tropiezo y cerró sus puertas en 2013. “Aquel de ustedes que esté libre de un fracaso, que abra su primer café”, reza el evangelio cafetero porteño. El local estuvo un año y medio sin funcionar. Hasta que, en 2015, reabrió con nuevos socios.

“Acá no hay grietas”, dice Mariano Giménez, gerente del Caffé Tabac. El comentario viene a cuento del amplio abanico de políticos que ocupan sus mesas. Algunos de oscuro paso por la función pública. Pero, como anuncié al inicio, hoy la historia la escriben coroneles.

Una fría noche de invierno de 1989, el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez acudió a una cita en el Caffé Tabac. Fue a reunirse con el coronel Héctor Cabanillas, quien le había dejado un sugestivo llamado en su teléfono particular. El coronel Cabanillas había sido Jefe de Inteligencia del Estado (SIDE) durante el gobierno provisional del General Pedro Eugenio Aramburu. En su legajo secreto constaban dos misiones de extrema complejidad. La primera, una orden recibida del por entonces presidente de facto. Lo designó para encargarse de los restos de Eva Perón. El encargo incluyó sacarlos del país bajo una identidad falsa. En la reunión confidencial en el Tabac el coronel Cabanillas entregó toda la documentación respaldatoria del derrotero del cadáver de la Abanderada de los Humildes. Papeles, fotos y expedientes que, posteriormente, le sirvieron de relato vertebral para la escritura de la novela Santa Evita.

El segundo coronel que viene a cuento fue el siniestro Carlos Eugenio Moori Koenig, quien había oficiado como edecán de la primera dama Eva Perón durante sus últimos meses de vida. En verdad, había sido puesto en ese lugar como espía para informar a los jefes del Ejército la evolución de la enfermedad en Evita. Pero fue en noviembre de 1955, un par de meses después del derrocamiento del presidente Perón, cuando el coronel Koenig se reencontró con Eva —o sea, con el cadáver embalsamado— para comenzar una espantosa custodia personal a partir del secuestro del féretro que reposaba en la CGT.

Se puede sumar un tercer coronel a la historia. El mismísimo Juan Domingo Perón. ¿Por qué lo digo? Porque ese era su rango militar cuando conoció a la joven actriz Eva Duarte. Pero volvamos al coronel Héctor Cabanillas para refrescar cuál fue la segunda de las misiones límites que le tocó cumplir. En 1971, bajo la presidencia de facto de Alejandro Agustín Lanusse, Cabanillas fue nuevamente convocado por las autoridades del Ejército. En este caso para restituir el cuerpo de Evita al expresidente Perón en su casa de Puerta de Hierro, Madrid.

Todo este relato, propio de un casino de oficiales, escuchó Tomás Eloy Martínez en una mesa del Tabac. ¿Entienden ahora por qué anuncié “una de coroneles”? ¿Acaso fueron estos los únicos? Claro que no, pero antes continúo con la descripción del lugar. Nota aquí.





Homenaje a Javier Krahe


 

Ana Torroja

Luis Boyano

 “Haría desaparecer a todos en el Congreso”

Galardonado con los premios Mundial y Nacional de Magia, el mimo e ilusionista repite temporada en el Teatro Victoria de Madrid con su espectáculo ‘Sobrenatural’

Viene con las cartas en la mano, como buen mago. “Me gusta ejercitar los juegos en el transporte público”, confiesa, y deja la baraja sobre la mesa. Luis Boyano (La Cañiza, Pontevedra, 64 años) es mimo, ilusionista, humorista y psicólogo que imparte charlas motivacionales en empresas. Galardonado con los premios Mundial y Nacional de Magia, repite temporada en el Teatro Victoria de Madrid con su espectáculo Sobrenatural. Llega 15 minutos tarde y se disculpa.

Pregunta. Gandalf decía: “Un mago nunca llega tarde, ni pronto, llega precisamente cuando tiene que llegar”.

Respuesta. Efectivamente (risas). Y, a veces, para gran sorpresa del público, incluso un mago no llega nunca porque ha desaparecido. No es el caso hoy.

P. ¿Cómo se hace uno mago?

R. En la vieja escuela, un mago se hacía por un tema de ilusión. Porque tenías ese tío abuelo o amigo que te hacía un truco con las cartas. O porque un mago iba al colegio y te deslumbraba. O porque te regalaban la caja de magia Borras. A partir de ahí, ya te ibas a los círculos de ilusionistas de la provincia y te hacías mago. Y en la nueva escuela, esto es, las nuevas generaciones, se hacen magos por internet, donde hay cosas muy buenas y otras muy malas. Por desgracia, para mí, hay gente subiendo vídeos donde destripa los juegos de magia. Un error. También hay profesores de magia que dan clases particulares.

P. En su caso, ¿cómo fue la vieja escuela?

R. Yo me hice mago gracias a un curso de magia que leí en una página de EL PAÍS. Tal cual. Era un picaflor que trabajaba ya de mimo en la calle y me fui a hacer ese curso. Descubrí un mundo como una baraja y vi que se me daba muy bien.

P. Pero antes estudió Psicología.

R. Así es. En cuarto de carrera descubrí a Marcel Marceau, el gran mimo francés. Me impactó. En mi familia ya me decían que yo era un payaso y, cuando vi a Marcel, dije: ‘Yo quiero ser como ese señor’. En Santiago de Compostela había un mimo en la calle con el que me junté para verle trabajar. Ya en Madrid pude conocer a un discípulo de Marceau. Terminé la carrera diciendo: ‘Esto no es lo mío’. De hecho, mi hermano se hacía pasar por mí en las clases de la carrera cuando se pasaba lista porque yo ya estaba dando clases de teatro. Me gustaba Psicología, pero yo tenía el veneno del teatro ya metido.

P. Decidió irse al Retiro a probar con el teatro callejero.

R. Eso fue en 1984 y fue porque el Retiro era la gran escuela del teatro en Madrid. Había muchos artistas. Allí aprendí a manejar bien al público. Chupé mucha calle. Mi maestro del Retiro me decía: ‘Los artistas tienen que pasar por dos grandes escuelas: la calle y el circo’. Cuánta razón. En la calle, nadie se para y tienes que esforzarte por conseguirlo porque la gente pasa para irse a las barcas, a la casa de cristal o a pasear. Aprendes a comerte el escenario y saber jugar con el público. Es como en Candilejas cuando una chica se acerca al payaso que representa Chaplin y le pregunta por qué está en la calle. Y contesta Chaplin: ‘Este es el único teatro que no te engaña, es el más auténtico’. Nota aquí.




Rozalén


 

Tute


 

sábado, septiembre 27, 2025

Javier Bergia

 

Leiva

 El día que Leiva se quede sin voz: "Soy un desgraciado de oficio, cantante y compositor"

Los detalles Leiva sufre una lesión grave en una de sus cuerdas vocales. Esta dolencia le obliga a pasar por quirófano de forma habitual. Pero, ¿y si un día tiene que parar? El cantante habla y reflexiona sobre ello en 'Hasta que me quede sin voz', un retrato íntimo de éxito, miedo y noches insomnes.


El documental se presenta en el Festival de Cine de San Sebastián
Leiva habla sobre sus problemas de salud y su relación con el alcohol

"Me apunto a 20 centímetros de la cara, aprieto el gatillo y me vuelo el ojo". Jóse Miguel Conejo Torres tenía 13 años cuando, jugando con su primo Vikxie, se disparó con una pistola de perdigones sin saber que estaba cargada. Había mucha sangre, le operaron de urgencia, perdió el ojo izquierdo. A sus 45 años, y siendo ya Leiva, habla sobre el accidente y lo recuerda no sin cierto pudor.

El cantante, compositor y productor musical nos deja entrar hasta la cocina, de forma literal, en el documental 'Hasta que me quede sin voz', un retrato íntimo de éxito, miedo, ansiedad, noches insomnes y croquetas caseras de Merche, la madre que lo parió.

La película, dirigida por Sepia, Lucas y Mario (sus amigos del barrio) y preestrenada en el Festival de Cine de San Sebastián, sirve de diario de a bordo de los últimos años de gira y la composición y grabación de 'Gigante', su último disco de estudio. Todo con un centro, una preocupación latente y constante, un problema de salud que podría ser (y está siendo) un punto de inflexión.

Leiva sufre una lesión grave en una de sus cuerdas vocales. Esta dolencia le obliga desde hace tiempo a pasar por quirófano meses antes de empezar una gira o meterse a grabar en estudio. Una intervención que, de momento, le permite seguir sobre el escenario, aunque sin que el fantasma de la afonía deje de acechar. "Sé que si me excedo, si me paso con los agudos, si cojo frío, si alzo la voz, si me corro una fiesta…, afonía", explica él mismo en el documental.

Su voz, esa que lleva sonando desde los años de 'Pereza', podría tener fecha de caducidad. "La lesión que tengo es irreversible y dependo de una operación para hacer shows, eso es un hecho. Yo noto, conforme pasan los años, que voy perdiendo voz, precisión, que voy perdiendo aguante", confiesa un Leiva que deja que el espectador le acompañe hasta la consulta médica. Un Leiva vulnerable y en bata de hospital que desnuda su herramienta de trabajo, su forma de vida, mostrando incluso en pantalla el interior de su garganta. "Tras la intervención me quedo cuatro meses sin voz, y eso es más lata de lo que parece", explica a laSexta. Nota aquí.






Guada


 

Whisky Caravan

 


Woody Allen

 “Mientras haya libertad de expresión habrá humor”

El cineasta debuta a los 89 años como novelista con ‘¿Qué pasa con Baum?’

En ¿Qué pasa con Baum? (Alianza), el debut como novelista de Woody Allen a los 89 años, se respira el mismo aire que en sus películas: las calles de Manhattan, la visita a los museos, a las librerías y al bar del Hotel Carlyle, las canciones de Cole Porter, los enredos amorosos, y un neurótico protagonista judío. Tampoco faltan los guiños a algunos episodios de la propia biografía del célebre cineasta, cuya inmensa popularidad y reconocimiento han dado paso en la última década al señalamiento y rechazo por una parte del público, especialmente en Estados Unidos.

En su novela, la tercera mujer de Asher Baum, el escritor cincuentón protagonista, procede de una notable familia de Los Ángeles; consigue convencerle para vivir en Connecticut, un lugar que él, orgulloso urbanita neoyorquino, detesta; y, además, la bella Connie tiene absoluta pasión por su hijo sabelotodo y mimado, con quien el personaje del novelista rivaliza. Por si esto fuera poco, a Baum le acecha una acusación de acoso por parte de una periodista en pleno fragor del Me Too y, ante las posibles protestas de los empleados del sello donde publica, parece que se queda sin editor. Los ecos de la novela remiten a Mia Farrow, dos de sus hijos (Fletcher Previn y Ronan Farrow), también a la polémica retirada del volumen de memorias de Allen A propósito de nada (Alianza, 2020) por parte del grupo Hachette, tras la protesta de los trabajadores. Pero en ¿Qué pasa con Baum? el tono cómico prevalece. Allen, director de 50 películas y autor de innumerables monólogos y piezas cómicas desde su adolescencia, parece más interesado en hacer chistes que en saldar cuentas. Responde a esta entrevista por videoconferencia y le acompaña su asistente, que se encuentra en la habitación junto a él, pero fuera del tiro de cámara.

Pregunta. ¿Cómo llegó a esta novela? ¿Pensó esta historia en otro formato?

Respuesta. Sí, la pensé como una película o una obra, pero todo resultaba incómodo porque tenía que encontrar el dinero, mantener reuniones, conseguir un actor y luego ir a algún sitio y dirigirlo. Si hacía una novela no sería caro y siempre me ha gustado escribir prosa, algo que he hecho toda mi vida. Decidí hacerlo así y disfrutarlo.

P. El protagonista se pregunta si hay alguien dispuesto a escucharle con “consideración y empatía”. ¿Comparte esa duda? Recientemente, su participación en el festival de cine de Rusia fue muy polémica.

R. Realmente no le he dado mucha importancia. No viajé allí, participé por videoconferencia en un debate después de ver una película. Es muy importante que la gente de buena voluntad, artistas y público, se comunique y hable. No nos bombardeamos ni disparamos, hablamos de arte, no había ningún propósito…Nota aquí.



Kevin Johansen & Liniers


 

Macaco

 

Ramón Serrano

 OTRA PREGUNTA

,¿Dónde era que la noche negra era un baile de corazones?
¿Dónde era confetti y serpentinas?
aires de jazmines
que ponían la piel de gallina
se fue mar adentro
dónde las aguas son bestia oscura
y las muchachas nadan escondidas
sin estelas ni bikinis
sin playas ni esmeraldas
el marisco envejecido
el olvido en la cárcel del ámbar
sin tarta de besos ungidos.